Fotografía: Iván Rupérez

10 de octubre de 2011

Límites (Parte II: Empatía)

«Sin traspasar el límite»
Imagen: http://www.panhala.net


Dicho y hecho. Esta semana pasada me ha dado más de un consejo sobre estos lares. Puede que no haya descubierto la panacea, pero por lo menos voy acotando el camino en lo que a la relación alumno-maestro se refiere. A mi teoría le vierto una nueva dosis de reflexión. Esta vez no hablaré de la amistad incompatible entre el docente y el educando, eso ya está más que hablado. Esta nueva dosis está compuesta por un elemento llamado: Empatía. ¿Os suena? Si es así, ya tenemos algo ganado.

El no ser amigos no implica ser fríos con los alumnos. El profesor debe mantenerse en un nível de autoridad. Esto es así; sí o sí. Ahora bien, viviremos experiencias que nos harán bajarnos unos centímetros del pedestal para ponernos casi a la misma altura que los niños y niñas. Un ejemplo: Si percibimos que el alumno requiere ayuda -o es él mismo quien la solicita al maestro- el trato que el profesor debe dar deber ser más cordial de lo habitual. Debe mostrar -hasta cierto punto- una disponibilidad mayor de lo habitual hacia el alumno. Parece, por tanto, que la relación profesor-alumno, en este caso, es más estrecha debido al efecto producido por la empatía. Eso sí, nuevamente debemos ser cautelosos para no traspasar la difusa línea que marca el límite entre el colegueo y la profesionalidad.

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